El aumento de peso en las vacaciones de verano es real, y los niños latinos corren alto riesgo
Por Lourdes Medrano, American Heart Association News
Durante el verano no hay escuela y millones de niños están en sus casas descansando, trabajando o jugando bajo el sol. Pero, el verano es también una temporada en la que muchos niños pueden aumentar de peso rápidamente, hasta niveles no saludables.
La tasa de obesidad de los niños en Estados Unidos prácticamente se ha cuadruplicado en las últimas décadas, pasando de 5% en la década de los 70 a 19.8% –unos 14.5 millones de niños– en el 2020, según las estadísticas de la American Heart Association. Las tasas de obesidad son desproporcionadamente más altas entre los niños hispanos y afectan alrededor del 30% de los niños y al 23% de las niñas. Además, la investigación sugiere que los niños hispanos tal vez sean más susceptibles a aumentar de peso durante el verano que la mayoría de sus coetáneos.
"La obesidad infantil verdaderamente conlleva enormes implicaciones para la salud adulta", dijo Eduardo Bustamante, profesor asistente de quinesiología y nutrición en la Universidad de Illinois en Chicago (UIC). Si se deja sin atender, dijo él, la obesidad puede continuar en la adultez y conducir a afecciones médicas como presión arterial alta, colesterol alto y diabetes tipo 2. También ha sido relacionada con depresión, ansiedad y otros problemas de salud mental.
La obesidad más a menudo comienza durante la adolescencia, pero también puede desarrollarse entre las edades de 5 y 6 años, según la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry. Pero Bustamante dijo que la obesidad puede aparecer en los niños latinos a edades tan tempranas como 2 años. "Las disparidades surgen antes del kindergarten", dijo él.
Se considera que los niños tienen obesidad cuando su índice de masa corporal –un cálculo basado en el peso y la estatura conocido como BMI por sus siglas en inglés– les coloca en el percentil 95 o más alto entre los niños de su misma edad y sexo. Se considera sobrepeso entre los percentiles 85 y 94.
Son varios los factores que contribuyen al exceso de peso en los niños, como una dieta alta en calorías, un estilo de vida sedentario, factores biológicos y afecciones genéticas. Pero, los jóvenes latinos con obesidad tal vez también se enfrenten a influencias socioculturales, ambientales y del comportamiento que les impiden mantener un peso saludable, dijo Sharon Taverno Ross, profesora asociada de salud y desarrollo humano y directora del Laboratorio para la Salud de la Familia Latina en la Facultad de Educación de la Universidad de Pittsburgh.
"Ellos tiene más probabilidad de vivir en vecindarios de bajos ingresos y más probabilidad de vivir en la pobreza" debido a factores estructurales y al racismo sistémico, dijo ella. En esos vecindarios quizás haya más limitaciones para caminar con seguridad y menos acceso a recursos para practicar actividades físicas o áreas comunitarias seguras, como parques y lugares de juegos.
"Las personas podrían tener menos acceso a los supermercados y tendrían que comprar sus alimentos en las tiendas de esquinas o bodegas", dijo Ross, que cuenta con un doctorado en salud del comportamiento. Incluso durante el año escolar, "las escuelas a las que frecuentemente asisten los niños que viven en esos vecindarios de bajos recursos tal vez no tengan actividades físicas integradas en el plan del día".
Bustamante dijo que la estabilidad financiera juega un papel en las disparidades. Los padres latinos que trabajan largas horas o tienen múltiples empleos "quedan exhaustos con tan solo tratar de sobrevivir, con tan solo tratar de pagar el alquiler", dijo él. La buena salud es "cosa lejana" que tal vez no sea posible.
Algunas actividades veraniegas que fomentan la salud física están disponibles para las familias de forma gratuita o a bajo costo. Muchos campamentos tal vez estén llenos en estos momentos, pero los padres deben comunicarse con organizaciones locales como YMCA, The Salvation Army, Boy Scouts, Girl Scouts, librerías públicas y distritos de parques. Muchos distritos escolares proporcionan a los niños comidas saludables gratuitas o de precio reducido durante el verano, algo que también hacen algunos centros comunitarios, bancos de alimentos y lugares religiosos.
Los programas de intervención que hacen que los niños sean más activos o que enseñan a los padres a cocinar de manera más saludable pueden incorporar valores culturales que existen en las diversas comunidades latinas, dijo Bustamante. "Desde mi punto de vista, esto tiene que enfocarse hacia lo que es importante para nosotros y para nuestros objetivos. ¿Cómo podemos usar el comportamiento saludable para alcanzar nuestros objetivos?".
Bustamante dirige un programa en UIC que ayuda a promover rutinas hogareñas saludables relacionadas con el ejercicio, la nutrición y el sueño. Healthy Kids Lab también trabaja para identificar el tipo de apoyo y los recursos que las familias necesitan para alcanzar sus objetivos relacionados con la salud.
Ross coincidió en que los programas de intervención tal vez sean claves. Pero cuando los padres latinos tienen múltiples empleos y viven en un entorno donde no existen supermercados cercanos con alimentos asequibles, frescos y saludables, las familias "no pueden llegar muy lejos".
La lucha contra la obesidad entre los niños latinos, dijo Ross, debe contemplar los diversos factores que pueden afectar la salud. En las decisiones sobre intervenciones y cambios de políticas se deben incluir las voces de la comunidad latina, dijo ella.
Los padres juegan un papel fundamental en los comportamientos saludables de sus hijos, dijo Bustamante, quien tiene un doctorado en quinesiología, nutrición y rehabilitación. "Los niños constantemente están observando lo que hacen sus padres y emulan" esos comportamientos, dijo él. Si los niños ven a sus padres hacer ejercicio y comer verduras, es más probable que sigan el ejemplo.
La actividad física puede ser de mucha utilidad para mantener el peso de los niños en niveles saludables, dijo Bustamante. Solo el 16% de los jóvenes hispanos con edades entre 6 y 17 años realizan los 60 minutos recomendados de actividad física diaria, según las estadísticas de la AHA.
Bustamante sugiere que los padres desarrollen una rutina –tanto para las vacaciones de verano como para todo el año– de forma que los niños puedan estar más físicamente activos, coman más frutas y verduras diariamente, duerman de ocho a 12 horas todas las noches según la edad y dediquen menos de dos horas al día a tiempo recreativo frente a una pantalla.
"Los beneficios del comportamiento saludable son increíbles", dijo él. "El desarrollo cerebral, el comportamiento, la concentración, la atención –cada parte del niño se beneficia".