Cómo cuidar a su madre le enseñó a una estudiante de medicina el poder de un poco de compasión
Por Michael Merschel, American Heart Association News

Cuando Diana Castillo Bonilla cuenta su historia de cómo una pequeña niña de Colombia creció hasta llegar a ser una estudiante de medicina en Michigan, su rostro se llena de alegría.
A medida que describe su trayectoria, es fácil visualizarla como niña, sosteniendo los libros médicos de su madre y corriendo con una camiseta blanca puesta, porque era lo más parecido a una bata blanca de laboratorio.
Pero detrás de esa felicidad y esperanza hay una historia de pérdida y lucha y lecciones sobre cómo cuidar de otros.
Castillo Bonilla, hoy en día en su segundo año en la Facultad de Medicina William Beaumont de Oakland University en Rochester, Michigan, se crio en la casa de sus abuelos en Cali, Colombia, rodeada de primos. Ayudar a la gente era una tradición de la familia. "Mi bisabuela era comadrona y luego ella le pasó el oficio a mi abuela quien también era comadrona", del tipo cuyos tratamientos incluían tés, plantas y hierbas.
Antes de que Castillo Bonilla naciera, su madre, Elizabeth Bonilla, estudió medicina. "Siempre se le consideraba muy inteligente", comentó Castillo Bonilla. Pero su madre también había nacido con un soplo en el corazón y se enfermaba con frecuencia cuando era niña. "A menudo ella sentía que le faltaba el aliento, no podía correr largas distancias, y a veces se desmayaba inesperadamente".
A finales de su adolescencia, Bonilla se sometió a una cirugía de reemplazo de la válvula mitral del corazón. Pero la válvula se infectó y la infección pasó a la válvula tricúspide. Tuvo que someterse a otra cirugía para reemplazar ambas válvulas, y terminó en estado de coma durante tres meses.
Cuando se despertó, había sufrido pérdida de la memoria a largo plazo. Aunque pudo recuperar poco a poco la memoria, "nunca pudo regresar a la escuela de medicina", agregó Castillo Bonilla.
Varios años más tarde, después de que Castillo Bonilla naciera, los libros médicos de su madre estaban presentes en varias partes de la casa. "Jugaba con ellos y decía, 'Pues sí, algún día seré doctora'".
En última instancia, Castillo Bonilla fue expuesta a muchos verdaderos médicos.
Su madre permaneció estable de salud durante muchos años, pero con el tiempo, desarrolló una serie de problemas, entre otros, insuficiencia cardíaca, que es la incapacidad del corazón para bombear suficiente sangre.
Castillo Bonilla se convirtió en su cuidadora primaria. Entre otras cosas, la llevaba a caminar, aunque con el paso de los años las caminatas se volvieron más y más cortas, y la acompañaba a sus citas médicas. "Comencé a adoptar esa función desde que era bastante pequeña, alrededor de los 7 u 8 años".

Sentí que era "natural" para mí hacerlo, dijo ella. Su abuela, Eugenia Acoro de Bonilla, modelaba cómo pensar sobre las necesidades de los demás.
"A veces, no teníamos comida en la casa", comentó Castillo Bonilla. Pero cuando llegaban visitantes, si había algo a la mano, su abuela diría, "'¡Hola!, pasa y siéntate. ¿Quieres algo de comer?'".
La pequeña Castillo Bonilla pensaba, "¡¿Cómo?! ¿Qué les vamos a dar?", preocupada de que la comida de la familia del siguiente día se acababa de regalar. Pero su abuela "siempre mantenía las puertas abiertas para todos".
Castillo Bonilla vio el mismo espíritu generoso en su madre.
Incluso recuerda que en las visitas a la sala de emergencia, donde en lugar de concentrarse en sus propios problemas, su madre miraba alrededor y veía a otras personas con dificultades, y entonces le pedía a su hija que las ayudara.
"Al principio, era un poco fastidioso" tener que, por ejemplo, acompañar al baño a una mujer que no conocía, dijo Castillo Bonilla, cuando a la persona en quien ella quería concentrarse era su madre. Pero su mamá quería que ella aprendiera "que era importante tener compasión por los demás y entender lo que tenían que sobrellevar, y que siempre podemos darle la mano a otra persona".
Al ver al personal médico en acción, Castillo Bonilla también podía presenciar la diferencia que podía hacer un poco de compasión.
Una vez, su madre estaba en la cama de un hospital, pero sentía frío a pesar de las mantas que la arropaban. Un médico entró a hablar sobre algunos resultados. Al ver a su madre con tanto frío, el médico consiguió un par de calcetines y se los puso a ella sobre los calcetines que tenía puestos y dijo, "A lo mejor esto la caliente un poco más".
Castillo Bonilla "podía ver cómo su madre se sintió tan amada y reconfortada por alguien que apenas la conocía".
Ese tipo de atención es "algo que podemos dar por medio de la medicina", dijo ella. "Y me encantaría que mis pacientes se sintieran de esa manera".

También pudo observar lo que podía hacer la ausencia de esas atenciones.
Posteriormente, su madre recibió un marcapasos y se debió haber sometido a otra cirugía de doble válvula. Pero el seguro médico de la familia se resistía y, a veces, ellos perdían completamente la cobertura médica. "Mi madre tenía periodos de estabilidad en que los médicos decían que ya no era necesario reemplazar las válvulas. Su vida era en un ciclo de mejoría temporal seguido por uno de deterioro".
Algunos años, su mamá no recibía ningún seguimiento, comentó Castillo Bonilla. "Creo que eso contribuyó a que empeorara su salud, porque no recibió el tratamiento que necesitaba".
Elizabeth Bonilla murió en el 2014. Tenía 48 años.
Poco tiempo después, Castillo Bonilla se mudó a Miami, donde vivía su padre, Florentino Castillo.
En medio de la angustia, el traslado de ella se convirtió en sanación, ya que le permitió crear lazos con él después de muchos años de vivir en diferentes países. "Tenemos una gran relación ahora", dijo ella. "Él se ha convertido en mi mejor amigo, la primera persona a la quien llamo cuando algo bueno o malo me pasa".
Este traslado también la envió por el camino a obtener una educación médica formal a la edad de 24 años.
Su madre no quería que ella fuera doctora y le advertía que esa profesión dominaría su vida. Pero Castillo Bonilla ingresó en el Miami Dade College y se concentró en aprender inglés. Consiguió trabajo como anfitriona en un área turística para asegurarse de que tendría la oportunidad de practicar.
Luego, Castillo Bonilla se transfirió a la Universidad de Miami, donde obtuvo un título universitario en biología. Posteriormente, dejó de estudiar durante dos años para dedicarse a navegadora de pacientes en la clínica THRIVE, que ayuda a las víctimas de la trata de personas. Fue ahí donde conoció a la Dra. Katrina Ciraldo, profesora auxiliar de medicina clínica en la Facultad de Médica Miller de la Universidad de Miami.
Ciraldo podía ver cómo Castillo Bonilla usaba las lecciones que había aprendido mientras cuidaba de su madre. "Diana fue una socia importante para cada paciente que nos remitían", dijo Ciraldo.
Como médica ocupada, Ciraldo reconoce que es fácil concentrarse en los pasos necesarios para evaluar a un paciente, por ejemplo, pruebas de laboratorio, ultrasonidos o lo que esté próximo en la lista. "Es fácil perder el bosque entre los árboles". Pero Castillo Bonilla podía "hacer una gran evaluación humana del estado de una persona" y determinar los cuidados que necesitaba.
Ella es una persona "sumamente dulce", pero también decidida, dijo Ciraldo, y "nunca se rendía cuando atendía a una persona".
En la escuela de medicina que asiste Castillo Bonilla en Michigan, el Dr. Pierre A. Morris, decano asociado de educación clínica, ha observado esos mismos rasgos en ella.
"Ella es tenaz y imparable", dijo Morris. Él ha trabajado con ella y otros estudiantes colegas para agregar una clase de electiva en español médico al plan de estudios de la escuela, y la está ayudando en los esfuerzos que ella ha iniciado después de haber trabajado en un programa de "medicina en la calle" para cuidar de aquellos que no tienen hogar.
Castillo Bonilla ha observado que muchas personas necesitaban mejor cuidado de los pies, dijo Morris. Esto quiere decir buscar más allá que solo enfermedades. "Se trata también de lavarles los pies, porque una de las cosas que ella observó es que las personas sin hogar no tienen la oportunidad de lavarse los pies a menudo". Ella está tratando de hacerle frente a esta necesidad, trayendo a podiatras y residentes de podiatría.
Su tenacidad nunca la lleva a argumentar, dijo Morris. Ella escucha y se esmera por resolver los problemas. "Si alguien le dice a ella, 'Bueno, tenemos este obstáculo aquí y esa es una de las cosas que tenemos que superar'", ella determina cómo hay que superarlo, dijo él.
A medida que Castillo Bonilla aprende sobre la ciencia y la medicina, Morris dice que ella ya ha demostrado el arte de ser un doctor, "que conlleva voluntad, deseo y determinación para ser ese tipo de persona altruista que se guía fundamentalmente por la misión de lo que un médico debe ser, y coloca a los pacientes por encima de su propia persona y se sacrifica por ellos".

El proceso de aprendizaje de ella la ha llevado a ser selecionada como una becaria de la iniciativa National Hispanic Latino Cardiovascular Collaborative de la American Heart Association, un programa de mentores dirigido a promover el tratamiento y la prevención de las enfermedades del corazón y los derrames cerebrales en la comunidad hispana.
El interés principal de Castillo Bonilla en el momento es cardiología, aunque estará tomando en cuenta sus opciones en los próximos años. Se siente atraída por el trabajo en las comunidades de bajos recursos y poner en práctica su experiencia como persona de raza negra e hispana. Ella ha estado desempeñándose como intérprete en las clínicas que ayudan a las personas de habla hispana y "ver cómo se les ilumina el rostro" cuando se dan cuenta que pueden expresarse plenamente "es algo maravilloso para mí".
Su madre no vivió para ver todo el progreso que su hija alcanzó, pero "puedo percibirlo a través de mi abuela, porque ella siempre me dice lo orgullosa que está de mí".
Castillo Bonilla cree que su madre lo aprobaría también. Pero no simplemente porque la gente algún día la llamará "doctora".
Más que un título, dijo Castillo Bonilla, su madre quería que ella fuera una persona que supiera demostrar cariño a los demás, "que pudiera hacer que una persona se sintiera a gusto" y supiera que hay alguien con quien puede contar.
"Y creo que me tardé un poco en darme cuenta de esto", dijo ella conmovida. "Pero siento que trato de darme de mí misma a otras personas. Y creo que a ella le gustaría el hecho de que por lo menos estoy tratando de ser una mejor persona".
La compasión que ella espera brindar a sus futuros pacientes es algo que no se puede describir en palabras. "Creo que podemos decir muchas cosas sobre cómo somos", dijo Castillo Bonilla. "Pero es con la acción que en realidad demostramos precisamente eso".